Influencias

Habiendo fracasado el proyecto en el que había puesto tantas ganas e ilusión y con el mismo problema económico que tenía, decidí buscar otro trabajo que estuviera mejor pagado.

Cerca del Resort en la ciudad de Búzios (Río de Janeiro) hay un centro gastronómico/cultural que por aquel entonces, llevaba relativamente poco abierto.

Porto da Barra es un lugar lindo lleno de restaurantes y bares donde sirven comidas y bebidas elaboradas de gran calidad y variedad, además de tiendas de arte y boutiques de ropa. El sitio es especialmente famoso por tener unas puestas de sol maravillosas.

Supe que en uno de esos restaurantes, en mi opinión el mejor de todo Búzios, estaban buscando un nuevo gerente, así que presenté mi curriculum e hice una corta entrevista. El lugar era muy elegante, con un lounge en la entrada con mesas y butacones de mimbre, ideal para tomar algo mientras esperas mesa. Toda la sala acristalada en primera línea de playa con un trocito de arena privada.

El restaurante estaba en medio de un manglar con una tarima exterior de madera que crujía al caminar. Tenía mucho encanto y ofrecía comida italiana contemporánea.




A las pocas semanas me llamaron para empezar en plena temporada alta el uno de noviembre de 2012. Decidí dejar el Resort y empezar una nueva aventura profesional.

La carga horaria era terrible y la responsabilidad abrumadora. Pero el sueldo era el triple de lo que ganaba anteriormente, justo lo que yo buscaba.

Nunca conecté con el personal que allí trabajaba. Tuve varios problemas con varios empleados, llegando casi “a las manos” con uno de ellos. Era un sitio elegante y puntero y los empleados testaban mis conocimientos en todo momento (que eran escasos dado que yo solo había trabajado en restaurantes seis meses en toda mi vida) y cuestionaban mis indicaciones.

No había duda de que el puesto me quedaba muy grande, y pasados poco más de dos meses me despidieron. Al principio me enfadé, pero después de pensar fríamente, sé que no estaba capacitado para el puesto.

Aprendí una valiosa lección que nunca he olvidado y que siempre está presente en mi cabeza: “Si intentas subir demasiado rápido lo único que conseguirás es caer igual de rápido”.

La experiencia fue muy enriquecedora, adquiriendo conocimientos de nuevos platos espectaculares que me han servido de inspiración para adaptarlos y modificarlos a mi antojo según mis gustos.

Posteriormente he vuelto en varias ocasiones al restaurante para disfrutar de la visión fresca e innovadora que tienen.